Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi
educación.
-Albert Einstein.
-Albert Einstein.

Soy abogada
y se el rol del derecho a la educación en la sociedad, pero también trabajo en
la danza (en la vida, le he dedicado más horas a lo segundo que a lo primero) y por
eso quizá, sé que el formalismo del derecho nos conduce a equívocos.
Siempre estuve convencida que la mejor y más feliz etapa de la vida coincide cuando pasamos habituados a la familia y la escuela, porque nos construimos con entusiasmo (en teoría) o bien, sin darnos cuenta, en ese momento destruyen nuestros sueños en razón de esquemas que no nos pertenecen.
Siempre estuve convencida que la mejor y más feliz etapa de la vida coincide cuando pasamos habituados a la familia y la escuela, porque nos construimos con entusiasmo (en teoría) o bien, sin darnos cuenta, en ese momento destruyen nuestros sueños en razón de esquemas que no nos pertenecen.
Actualmente
nos quejamos del debilitamiento de las familias en su función de transmitir valores
y esa labor se delega a la escuela (esto es un dilema para el Estado ¿Cómo acciona
para revertirlo?). La visión que se tenga de la educación es
sumamente clave para que una persona logre en su vida alcanzar ese estado de
satisfacción espiritual y física que implica la felicidad!
Una
cosa es que avancemos en las cifras de escolarización y otra es que la realización
humana depende también de la calidad de este proceso: educar a seres humanos
con curiosidad intelectual, con talentos potenciados, sensibles a su entorno,
afectivos y sobre todo, ciudadanos a la altura de las demandas existenciales de
la sociedad actual. Y es acá donde tenemos una gran debilidad porque no hemos
apostado a la educación integral y no hemos entendido la razón de ser del arte en ese proceso.
La
realidad es que seguimos siendo conductistas: niña sentáte así, caminá por aquí, estudiá esto y ¡por favor! sin
cuestionar. De nada vale tener una Ley General de Educación y ahora una Ley
de Cultura si la educación artística sigue relegada.
Si apostásemos
por una enseñanza integral: con la música, danza,
pintura y teatro (por lo menos), las personas de este país conviviéramos diferente, porque el arte nos genera habilidades para la vida: perder miedo
escénico, como hablar en público y potenciar liderazgos; ser más creativos ante
las amenazas de la existencia y sobre todo, no perder la sensibilidad ante la
vida y nuestros semejantes.
en específico, la
enseñanza de la danza está más relegada que las demás artes, hecho que lamento
mucho, especialmente cuando las alumnas de la Escuela (de danza) en la que
trabajo me dicen con mucho pesar “mi mamá no me puso desde chiquita, yo soñaba
con bailar, no puedo bailar, me da pena, no entiendo la música! La verdad
es que ninguna mamá debería hacerlo, sino que el sistema educativo nos debería
dar la oportunidad de explorar todas las posibilidades de realización y desde
la etapa temprana de nuestras vidas.
La exclusión de esta disciplina puede
deberse a algunas razones que, a diferencia de la pintura, la música o el
teatro; van ligadas a los prejuicios sociales. ¿Qué concepto tenemos de ella? ¿Para
qué nos sirve?
Otro
problema son las ideas y actitudes en relación al “cuerpo”: a) géneros (¡los
hombres no bailan! ¡Las mujeres que bailan son…! Creencias sobre ¡bailar no es
correcto! Y luego nos cuestionan sobre nuestros complejos, baja autoestima, poca empatía
social. ¿Paradójico no?
En la
danza “del vientre” (que es la que enseño) suceden cosas increíbles en el plano interior en las mujeres que la practican y que pueden resumirse en la
recuperación del amor propio (no hablo desde la perspectiva del arte terapeuta
porque eso es otro pisto y no estoy formada para ello) y ese proceso si que nos
condice por ese camino que creímos perdido, el de la autorealización. Por eso y otras razones mas amo mi trabajo.
P.d. tengo la suerte de contar con una niña que ama la pedagogía y aunque aun le falta vivir mas aprendizajes compartimos el amor por enseñar!
foto: es esa niña, cuando tenía 6 años y me acompañó en una puesta en escena.
foto: es esa niña, cuando tenía 6 años y me acompañó en una puesta en escena.
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