La samaritana pobre de Querétaro

Dijo una vez Margareth Thacher "Nadie recordaría al buen samaritano, si además de buenas intenciones no hubiera tenido dinero". Esa frase me pareció contundente cuando la escuché, pero quizá cierta sólo a medias. Samaritanos anónimos hay y hacen el bien a los demás sin aspirar por ello "ser recordados". Eso lo entendí observando y conociendo personas e historias. Me enteré de una hace unos meses y he estado pendiente de su desenlace, que por fín conozco hoy. Se trata de una buena samaritana, para verguenza de la Tacher, muy pobre y ahora muy conocida y ejemplo para mí.

Ayer Concepción Moreno Arteaga, Doña Conchi como es conocida, se sentó frente a muchas cámaras y periodistas y preguntó "¿es delito ayudar al prójimo?". Ella atrajo la atención pública tras haber sido liberada de infames cargos de tráfico de personas, acusación que la mantuvo sin libertad por más de dos años.

Doña Conchi lo único que hacía era ayudar a salvadoreños, hondureños, nicaraguences, etc. que transitaban hacia los Estados Unidos de América. En marzo de 2005, la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) la detuvo al momento que ofrecía comida a unos hondureños.

Doña Conchi, vivía en ese momento a orillas del tren. Si se observa en la foto, son decenas las personas (nuestros parientes incluídos) que viven la osadía de subir a un tren en marcha como este. Lo hacen personas de edad avanzada, niños, padres y madres con recién nacidos. No me lo han contado, lo he visto en estas fotos. Se trata de una exposición fotográfica colocada el fin de semana en la UCA --e la celebración de la semana del Migrante-- y han sido tomadas por el periodista Juan del Dios Guzmán, colaborador de La Opinión y El Diario de Hoy.

La primer foto es impresionante, esa imagen de un hombre que se apoya en los hombros de la Virgen soportando el registro policial, registro prejuiciado en muchos casos. Esta última, en la que un hombre salta de un bagón a otro, es buena, tiene movimiento. El resto de fotos son muy duras, se observan bebés, niños, asesinados, mutilados. Hay rostros cansados, con miedo pero dispuestos.

En medio de esas cosas, Doña Conchi es una Samaritana humide, que fue condenada a 6 años de cárcel, y gracias a una Organización de Derechos Humanos cuyo director anduvo por estas tierras recientemente, que la defendieron, presentaron y ganaron un amparo. Así el 31 de agosto fue declarada libre de cargos.

Ciertamente, esta migración es una verdadera tragedia. Leo un anota en LPG y en 2005 la cifra de deportados fue de 7,239 y casi se dobló en el 2006. y así como van las cosas este año las deportaciones podrían superar las 15,000 y es grato saber que un hermano nuestro que se embarca en esa tragedia, puede toparse con Doña Conchi. ¡Ella es grande!

ver : http://www.laprensagrafica.com/dpt15/noticias/30082007/861100.asp
http://www.cimacnoticias.com/site/07090406-Violaron-estandares.30199.0.html

Comentarios

El-Visitador dijo…
Mirá que meter presa seis a una pobre analfabeta por el delito de darle de comer a seis hondureños indocumentados.

Pfff.

México lindo y querido... le queda mucho trecho por recorrer.


- * -


No sé porqué la anciana Thatcher habría de avergonzarse de lo dicho. Por regla general, todo mundo recuerda el nombre de los aquellos que han sido muy generosos con su fortuna, llámense Rosales, Bloom, o Deininger.

En cambio, ¿quién recuerda el nombre de la pobre viuda quien en Marcos 12 dió no lo que le sobraba, sino lo que necesitaba?

Nadie sin importancia lo recuerda; pero el Creador sin duda guarda su nombre en un sitio muy especial.
Anónimo dijo…
Los mejicanos tienen mala prensa entre nosotros, pero esta señora nos demuestra algo que nuestros prejuicios no nos dejan ver: que en las vidas de muchos salvadoreños emigrados hay una mano amiga mejicana.

Yo tengo mi propia Doña Conchi y se llama Odilia. Odi le abrió las puertas de su casa a muchos salvadoreños y nunca podrémos pagarle su cariño y su hospitalidad. El año pasado tres de esos salvadoreños nos confabulamos y fuimos a visitarla.
Te juro que nos recibió como recibe una tía cariñosa a sus sobrinos. Gaby,su hija, que era una niñita, cuando nosotros pasamos por ahí, nos recibió como si nosotros fueramos unos parientes a los que todavía recordaba. Odi, Don René, Renecito y Gaby son también nuestra familia.

¡Viva Méjico¡
ixquic* dijo…
Anónimo,

Hay mejicanos buenos y están otros no muy corteces, además del abuso de autoridad que algunos han logrado documentar.

Y hacemos mal en generalizar, claro está. y mirá que me pone contenta que vos contés tambien lo que te pasó y saber que hay mas almas buenas en ese camino tan desgraciado.

Saludos,
Anónimo dijo…
El problema es que los mejicanos sólo aparecen como noticia cuando alguno de ellos comete un abuso contra un salvadoreño. Y esos abusos existen.

El problema es que la solidaridad de los mejicanos con nosotros, que existe, nunca es noticia, salvo como en este caso que vos comentas.Así como el caso de Odi, te podría contar otras historias
de gente noble y desinteresada que nos abrió sus puertas cuando tuvimos que dejar el país.

Conocí a Odi por un amigo que se fue a operar a Méjico y al que le dieron el alta hospitalaria y no tenía a dónde ir. Odi, que es enfermera, se apiadó y lo llevó a su casa (donde se sentaba a comer como uno más de la familia) hasta que mi amigo se recuperó y pudo volver a El Salvador. Ese sólo fue su primer gesto.

Conozco historias de otros mejicanos que tuvieron un comportamiento muy noble con nosotros. Lastimosamente, para nuestra conciencia de emigrados, no solemos recordar y agradecer públicamente esa fraternidad mejicana que nos ayudó a sobrevivir en momentos muy dificiles para nosotros.
Aldebarán dijo…
Se ve que la 'ña Tathcher no sabe mucho del Evangelio. Al Samaritano se le recuerda porque tuvo misericordia.
Aldebarán dijo…
Por otra parte, la pregunta de Doña Conchi es tremendamente válida y profundamente incisiva. Mis respetos para ella pues ha sacado a flote la doble moral con que tratamos a los emigrantes que no forman no son nuestros compatriotas.