y a mí ¿qué me queda?

Existen algunos hechos que no me dejan vivir en paz. Cuando comenzó el año hubo un hecho que me llamó la atención y me propuse darle seguimiento (en prensa). Un policía -mal pagado como todos- decidió buscar otra fuente de ingresos y en sus tiempos libres se dedicaba a trabajar con en un taxi.

Su nombre es Evelio Avelar y desapareció en julio de 2006. Días después se encontró su taxi, con rastros de sangre, pero el cuerpo no apareció. La Policía califica el caso como una privación de libertad. Tampoco volví a leer en las noticias este hecho, hasta la semana pasada que se publicó en "MÂS". Lo que sé es que al parecer hay testigos que vieron que Avelar fue abordado por unos hombres, sé que hay capturas, pero nada más.

La semana pasada me enteré de una mujer -que conozco- que ha desaparecido. Luego me sorprendió conocer otro hecho. Un militar fue torturado y asesinado en Comasagua. La historia es similar a la del policía Avelar. Se llamaba Gregorio Hernández y cuando salía del lugar en el que estaba destacado, buscaba completar el ingreso familiar haciendo viajes, conseguía los clientes en el Hospital San Rafael y así encontró ese destino fatal. Su esposa se ve destrozada en la foto, espera que trabajen la escena delictiva.
¿porqué coloco estos dos casos si hay más?
Porque mientras maneja en un horrible tráfico pensaba, en los hombres y la mujer, en sus familias, en la angustia de no saber su paradero (como la mamá de Mónica y Josué, éste último no aparece aún), en lo que les ha pasado...en tantas interrogantes.
El policía y el militar tienen además, un perfil especial. Han sido entrenados para tareas de seguridad, saben de defensa personal. Si ellos no están exentos de ésto (no hay adjetivos) ¿a nosotros que nos queda?

Mientras esta gente pide apoyo para encontrar a sus familiares o para investigar estas muertes...los políticos, los directivos de las instancias de segundo grado ¿que hacen? ahhh, si. Están en campaña, claro.
A mí ¿qué me queda?
Por primera vez, solo puedo decir: no lo sé.

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