La semana pasada asistí a la Muestra Nacional de Teatro. No pude presenciar todas las obras, aunque algunas ya las había visto. Asistí porque siempre me ha gustado el teatro y porque quería hacer algunas comparaciones con la Muestra Nacional de Danza de Grupos Independientes en la que este año tuve la oportunidad de participar.
Lo que me llamó la atención es que esta Muestra terminara con un panel de críticos que –supongo yo- vendría a retroalimentar y evaluar las obras que se presentaron. Sin embargo, creo que ese objetivo no se cumplió y me pareció más bien un ejercicio de mutua descalificación. Esta es una percepción, pues no cuento con elementos para opinar y ese no es mi mundo.
Lo que me llamó la atención es que esta Muestra terminara con un panel de críticos que –supongo yo- vendría a retroalimentar y evaluar las obras que se presentaron. Sin embargo, creo que ese objetivo no se cumplió y me pareció más bien un ejercicio de mutua descalificación. Esta es una percepción, pues no cuento con elementos para opinar y ese no es mi mundo.
Pueden leer acá una de las ponencias que esa noche se expusieron (no sé cómo colocar de mejor manera estos enlaces):
Ese evento me movió un poco el piso y le he estado dando vueltas al asunto. Siempre he tenido la idea que la gente de teatro –como colectivo– estaba más clara sobre el rumbo por el que se conducen, más organizada, etc. Quizá lo pensaba así por que hay más grupos de teatro que de danza y quizá tienen más activismo.
Generalmente, quienes integramos grupos independientes nos sentimos limitados por falta de recursos para producir, pero con mucha creatividad hasta con verdadera basura hemos hechos nuestros trajes y hemos solventado nuestras necesidades. Lo que más apreciamos es el ejercicio de la plena libertad creativa bajo la propia responsabilidad. Por eso, somos esencialmente “independientes”.
Digo esto porque hay gente que tiende al asistencialismo o a sostener esfuerzos exclusivamente oficiales y subyugados a gustos determinados. Si bien es cierto el Estado es quien administra las salas de teatro y tiene recursos para publicitar festivales, jornadas, encuentros etc., los grupos cuentan -en teoría- con esos y otros espacios para exhibirse. Por ejemplo, las Universidades y los teatros privados.
Creo que todo esto debe ser aprovechado al máximo posible y de la mejor manera por bailarines, actores, gestores culturales y productores. En la danza pueden señalarse: La Muestra Nacional de Danza Independiente, encuentros internacionales que realiza la END en los que se ha invitado a coreógrafos y bailarines independientes a participar; jornadas universitarias que realiza la UCA y la celebración del día de la Danza en las universidades, entre otros.
Hace unos días se realizó (23 y 24 de noviembre) en la UES, “SOLOS Danza Contemporánea” y me alegro ver nacer más oportunidades para que los coreógrafos puedan desenvolverse y conquistar más público. Ojalá que “SOLOS” llegue a institucionalizarse para que sea aprovechado por los creadores de coreografías y que crezca con el tiempo. En esa ocasión se llevó a cabo un panel con los corégrafos participantes para explicarle a los universitarios ¿qué es y qué significa la danza contemporánea?
Para ello los expositores se remontaron en el tiempo, pues algunos coreógrafos llevan más de veinte años bailando y creando. Otros que se han iniciado y crecido en ese devenir. Recordaron cómo en la década de la guerra Eunice Payés fue capaz de bailar a un kilómetro de los combates en Morazán (Payés además, estuvo desde los inicios de la danza en esa Universidad.); y Julio Mejía lo hacía en parques y plazas, mientras había concentraciones y marchas.
Entonces pensé: Esta gente lleva más años trabajando, produciendo, gestionando cultura para este país que el mismo CONCULTURA! Y lo han hecho solos y sin recursos.
Gerardo Osorio introdujo un punto interesante: ¿es la danza es un estilo de vida o una carrera profesional? Según él, en El Salvador es lo primero, pero en otros países es una carrera profesional, lo cual lamentó. Luego Estela Mena se unió al comentario de Osorio y reprochó que tanta gente puede sentirse realizada con sus profesiones respaldadas académicamente y en el caso de la vocación por la danza, eso no es posible dada la falta de una carrera en el ámbito universitario. Julio Mejía agregó que quienes estudian en la END no pueden contar con un respaldo académico, CONCULTURA no puede acreditarlos según los estándares de otros países.
Esto es tan dramático que inmediatamente recordé a una ex compañera de mi grupo de danza, que estaba en 4ª año de carrera en la UES y la dejó para irse a estudiar el bachillerato de danza en Costa Rica, ¡vaya la de sacrificios que ha debido hacer por una acreditación!
Estas cosas conducen a preguntarse lo siguiente:
¿Qué hacen los bailarines y actores para organizarse: ¿cuándo se hará una asociación? , ¿cuándo discutir rumbos, tendencias, incidir en la (exigencia de) transparencia y buena gestión de CONCULTURA como ente estimulador (no productor) del arte o en su política cultural, construir una agenda para desarrollar esas disciplinas (por ejemplo, proponer su profesionalización) como puede verse hay toda una agenda para trabajar.
¿quién se apunta?..... silencio total....black out.
Nota: esto es únicamente mí opinión, cuando voy a foros cosas por el estilo tomo notas de lo que se dice.... y de ello, luego tomo lo que me interesa socializar.
Nota: esto es únicamente mí opinión, cuando voy a foros cosas por el estilo tomo notas de lo que se dice.... y de ello, luego tomo lo que me interesa socializar.
Comentarios
La verdad tienes razon como se pueden discutir el rumbo de proyectos si nadie se anima. Como podemos esperar cambios cuando nadie quiere armarse de valor para exigir mayor apoyo.
" los grupos de danza deben pensar bien una estrategia no sólo de continuidad para la muestra, sino de cómo conciben su desarrollo y cuáles deberían ser los objetivos para la danza independiente en el país"
OJALá...
y lamento lo de la multiplicidad del comentario, quizá nos hace un favor al recalcar esa última idea,
Un saludo.