El domingo asistí a la presentación del grupo de danza de La Casa del Escritor en el mirador de los Planes de Renderos. El lugar por mismo es mágico y sólo se sumó una danza en las alturas ¡que sensación más rica!.
Leí un post de Rafael Menjívar Ochoa en el que hace una breve referencia al grupo, traté de tomar fotos pero ya era muy noche y a penas se ven los bailarines, una lástima.
http://rmenjivar.blogspot.com/2006/07/de-las-cosas-que-pasan.html
Sentada en las sillas que colocaron para ver la presentación, medité sobre la historia de algunos de sus integrantes quienes a pesar de sus dificultades y como bailarines profesionales que son, no muestran asomo alguno de sus penas personales, ellos salen y bailan con muccchhhiiisssssimo entusiasmo y alegría, tanta que contagian a los espectadores.
Bailaron un género que creo que se llama “Danza Campesina”, digo yo que es así por el tipo de atuendo que ocuparon, los temas que abordaron, las historias y épocas a las que nos condujeron con su movimiento.
Relataron la vida del campesinado, su laboriosidad, alegrías, mofas, incluso sus picardías. Lo hicieron bien, me lo transmitieron tal cual.
Sólo había un bailarín (el resto mujeres como por desgracia sucede en las demás expresiones dancísticas), muy simpático y alegre, me hizo reír mucho con sus interpretaciones (que son justamente establecidas para hacer gracia en determinados momentos) De él me llamó la atención la calidad interpretativa y de movimiento. Hay un paso que hizo muy bien, el cual yo conozco como asamblé y grand batman (una especie de salto y luego tirar la pierna) y que aquí no sé cómo se llama. Al final invitaron al público a participar, no me metí preferí observar.
En ese momento se vino un ventarrón, como si se quisiera unir a la devoción y movimiento del grupo, levantaba las faldas y nos sacudía a todos.
Confieso que la danza folclórica siempre me pareció fácil. Pero no, tiene su técnica. El año pasado me metí con un amigo a un festival de danza en el que impartieron clases de danza de diferentes géneros (jazz, ballet, contemporánea y folclórica) y allí recibí dos clases, ja! Me perdí… y luego medio le agarré y además entendí que requiere de mucha caracterización. Uff! entonces la aprecié.
Al ver las niñas y jóvenes con buenas condiciones físicas para la danza y además entusiastas, me pareció una pena que hubiese poca gente en el lugar. Arriba se oía reguetón y mucha gente comprando esa música, perdiéndose de la oportunidad de sentarse a contemplar un relato importante: la vida campesina, esa que se ha perdido, esa que se ha urbanizado o ha emigrado…
Por mi parte he de reconocer que, por encima de las cosas que me roban energías en la vida, el ejemplo de este grupo hace renovar mis pasiones de siempre.
Leí un post de Rafael Menjívar Ochoa en el que hace una breve referencia al grupo, traté de tomar fotos pero ya era muy noche y a penas se ven los bailarines, una lástima.
http://rmenjivar.blogspot.com/2006/07/de-las-cosas-que-pasan.html
Sentada en las sillas que colocaron para ver la presentación, medité sobre la historia de algunos de sus integrantes quienes a pesar de sus dificultades y como bailarines profesionales que son, no muestran asomo alguno de sus penas personales, ellos salen y bailan con muccchhhiiisssssimo entusiasmo y alegría, tanta que contagian a los espectadores.
Bailaron un género que creo que se llama “Danza Campesina”, digo yo que es así por el tipo de atuendo que ocuparon, los temas que abordaron, las historias y épocas a las que nos condujeron con su movimiento.
Relataron la vida del campesinado, su laboriosidad, alegrías, mofas, incluso sus picardías. Lo hicieron bien, me lo transmitieron tal cual.
Sólo había un bailarín (el resto mujeres como por desgracia sucede en las demás expresiones dancísticas), muy simpático y alegre, me hizo reír mucho con sus interpretaciones (que son justamente establecidas para hacer gracia en determinados momentos) De él me llamó la atención la calidad interpretativa y de movimiento. Hay un paso que hizo muy bien, el cual yo conozco como asamblé y grand batman (una especie de salto y luego tirar la pierna) y que aquí no sé cómo se llama. Al final invitaron al público a participar, no me metí preferí observar.
En ese momento se vino un ventarrón, como si se quisiera unir a la devoción y movimiento del grupo, levantaba las faldas y nos sacudía a todos.
Confieso que la danza folclórica siempre me pareció fácil. Pero no, tiene su técnica. El año pasado me metí con un amigo a un festival de danza en el que impartieron clases de danza de diferentes géneros (jazz, ballet, contemporánea y folclórica) y allí recibí dos clases, ja! Me perdí… y luego medio le agarré y además entendí que requiere de mucha caracterización. Uff! entonces la aprecié.
Al ver las niñas y jóvenes con buenas condiciones físicas para la danza y además entusiastas, me pareció una pena que hubiese poca gente en el lugar. Arriba se oía reguetón y mucha gente comprando esa música, perdiéndose de la oportunidad de sentarse a contemplar un relato importante: la vida campesina, esa que se ha perdido, esa que se ha urbanizado o ha emigrado…
Por mi parte he de reconocer que, por encima de las cosas que me roban energías en la vida, el ejemplo de este grupo hace renovar mis pasiones de siempre.
De verdad, tenemos que ser insistentes en lo que queremos.
Comentarios
Yo pensaba que la danza folklórica era de lo más fácil. Luego, al observar las coreografías que preparó un amigo, me di cuenta que se requiere de mucho esfuerzo y coordinación. Mis respetos a los grupos de danza vernácula.
Considero que la danza folclórica no por “parecer” en algunas ocasiones sencilla, deja de tener las mismas exigencias de cualquier otra expresión de esta rama, si la tomas con responsabilidad.
Los movimientos, la expresión, la interacción con el público en el baile folclórico ¡qué difícil y que hermoso cuando se logra!
Enhorabuena a los muchachos de Los Planes.