Me refiero a lo que aprendí en la tarea de tomar denuncias, asesorar, orientar, acompañar, defender, acusar, etc. Registré esas experiencias individuales y al final de dos años había atendido más de mil casos, unos fáciles otros complicados.
Ofrecer un servicio legal, más que técnico es un servicio humano. La gente no busca abogados sino es porque verdaderamente está desesperada. Llegan y necesitan que, en breve, alguien les ayude. La ansiedad conduce a estas personas a comportamientos majaderos, histéricos, mudos, mentirosos, desconfiados, coléricos, histéricos, ilógicos. También gritan, lloran, acusan, ruegan, condicionan, etc.
Todo eso pasa cuando una persona pide una asesoría legal. La gente no se percata que uno se queda corto, que la avalancha de personas con problemas de acceso a la justicia en El Salvador es superior a lo que un grupo de abogados pueden hacer, especialmente, si la Procuraduría General de la República (PGR) es una burocracia desbordada, con bajo perfil institucional. A lo que se suma, la cantidad de problemas que existen en el conjunto de instituciones relacionadas a la justicia.
Este conglomerado de gente que conocí eran, la mayoría, de bajos recursos y puedo decir con toda la honestidad, que me ofrecieron más de lo que yo pude ofrecerles: me sensibilizaron con su historias, con sus ganas de sobreponerse a los problemas que enfrentaban, me comprometieron a ser creativa con las respuestas. Con algunos, hasta hice amistad!
Sólo para ilustrar, contaré –de manera general– algunas de las situaciones que se me presentaron:
-Un travesti que quería sacar su Documento Único de Identidad (DUI) con imagen de mujer. Le expliqué porqué no y que a pesar que entendía su punto, hay cosas que hace falta regular. (con él aun mantengo contacto, pues lleva a sus amigas a hacerme consultas legales)
-Un señor cuya mujer lo había abandonado y él quería vengarse de ella quitándole a su hija. (él siempre lloraba y le gustaba platicar largo sobre el asunto) Logré que le asignaran un buen régimen de visitas y que la CSJ le asignara un tratamiento de apoyo emocional. El aceptó que no quería la tutela de su hija más que para hacer daño.
-Una mujer, cuyo marido la quería echar de su casa. Fui a FONAVIPO y me di cuenta que el señor NUNCA pagó la casa, por lo tanto él no era dueño (ni tenía otro tipo de derechos). Pedí a FONAVIPO que iniciara la recuperación y reasignación de la vivienda a favor de la señora y así se hizo. Conseguí que “alguien” apoyara a la señora pagando una parte de la vivienda, y luego fuimos a sacar al señor. Él me pidió dinero para salirse y yo le entregué copia de los papeles. Uyyy si se enojó! La señora lloraba por el malvado corazón del hombre al que se entregó toda su vida, siempre esperaba de mí palabras de aliento y esperanza.
-Llegó un tipo, veterano de la guerra que padecía de paranoia esquizofrénica. A él solo lo escuché. Me costó explicarle que la Fiscalía no podía investigar a los “entes” que lo vigilaban (esa era la paranoia), pero que un psicólogo lo podía ayudar a soportar ese terrible tormento. Me dijo que no, gracias y nunca volvió). A mí me daba miedo.
-La Comunidad, que había iniciado una lucha por evitar un desalojo. Había una realidad: ellos no tenían papeles y una empresa si los tenía (pero eran discutibles) y estaba exigiendo el desalojo. Después de peleas y audiencias, se abrió la posibilidad de negociar, la empresa ofreció terrenos y traslado de la comunidad. Al final, los que podían perder ganaron y los que podían ganar evitaron gastar tiempo y recursos para llegar al mismo fin.
Podría seguir, hay historias verdaderamente duras y de pura sobrevivencia, cosas muy delicadas, que cuando las escuché me sentí miserable. A veces llegaba a mi casa con esos pesares, y me iba a la cama sintiéndome impotente porque muchos casos sólo tenían salidas económicas o psicológicas, no legales. El único consuelo entrar por la puerta y ver que había una bebé esperándome.
Atrás quedó esa oficina y esas historias que al investigarlas de paso tuve que recorrer el país. Pero yo las conservo, aún recuerdo nombres, hechos y circunstancias. En la calle reconozco las caras. Un pintor me pidió que le ayudara a recuperar una deuda de tres mil colones con un político cuyo partido había perdido elecciones y desapreció sin cancelarle la deuda. Pero no había documento que apoyara esa deuda, el trato fue verbal. Fui con él y los insultados fuimos los dos. Yo le expliqué porque no podía demandar. Al día siguiente me llevó un cuadro. No lo podía creer! ¿porqué?
Es por su solidaridad, me dijo. No lo creo, él me lo dio porque tiene una vocación de entrega, por eso no firmó un contrato con el político. él y los demás que han pasado por esa burocracia experimentaron cosas desagradable: les dicen que sus casos están perdidos, que son las 3 p.m. y que regresen mañana, les hacen esperar y les pierden los papeles.
Estas situaciones a mi me marcaron.
Si hay tanto abogado en este país ¿no vendría mal un programa pro-bono? Hay tantas situaciones que en lugar de terminar en violencia (autotutela o justicia por mano propia) podrían solventarse facilitando a la gente el acceso a la justicia.
Comentarios
Felicidades.
Yo creo que el soporte juridico es importante y el conocimiento de los asuntos legales. Conocidos y amigos me han contado en ocasiones situaciones que pudieron haberse arreglado de alguna manera con abogados, pero ellos sentian que no valia la pena, o no querian dar la apariencia de "alagartados". Por orgullo, no peleaban lo que era su derecho.
Ademas, he conocido el trabajo de demasiados abogados "chanbones" que no abona a que la gente confíe en ellos.
Sigo pensando que el sistema legal de aca es muy corrupto.
Por eso me da rabia, cuando los diputados, ministros y jueces actúan al margen de esa realidad.
gracias por comentar