Azul telúrico


Es la segunda semana laboral y ya me cansé. Añoro estar en la playa, solita (pero con Ixbá) contemplando el azul. Pero cuando siento esa necesidad lo pienso dos veces.

Hace seis años estaba igual. Haciendo uso de la preciada libertad, tomé a mi niña -de tres años entonces- y me fui al mar. Llegué a la Costa del Sol, una vez instalada me dispuse a asolearme.
Senté a la chiquitina en la orilla de la piscina y le puse sus flotadores (era como una muñequita de cuerda, en el agua parecía un motorcito). En esas estaba cuando escuché un retumbo, tal como lo escuché en 1986.

Sabía que lo que venía era un temblor, por eso tomé a Ixbá y me alejé del agua. Y comenzó el terremoto: horrible. Estaba ubicada frente a un estero (cerca de la puntilla y que se ve en la foto). Esta zona parece un brazo de tierra que tiene agua de río en un borde y el mar en el otro. Vi como los pobres barquitos y lanchas erán arrastrados. El agua del río me llegó a los pies y la de la piscina salía como látigo y me caía en la espalda. A lo lejos, veía un muelle con unos pobres tipos que ondulaban como banderas, abrazados a unas cuerdas.

Un amable señor me gritaba que no me moviera. Me costaba creer que mi intención de iniciar bien el año se venía abajo así. Sentí abajo de la tierra el movimiento del agua, como una corriente muy fuerte, como una tabla de surf. Pensé que la tierra se había desprendido, pero después me acordé que existían los sunamis (claro yo que soy trágica, comencé a correr a mi carro y mi niña). Manejé hasta la carretera con los 10 sentidos puestos en la playa, en la calle que estaba agrietada y la gente que se movía.
Al llegar a tierra firme me sentí aliviada. Lo que me cayó en gracia es que prácticamente yo estaba a unos kilómetros del epicentro frente al mar. En la radio sólo se narraban hechos trágicos.

Recuerdo que presidente de entonces, Francisco Flores, pronunció en febrero de ese año un discurso en el que aseguró que si El Salvador era un país afectado por la naturaleza, nunca más un movimiento telúrico lo sorprendería. Pocos días después otro terremoto lo sorprendió. Ven, no sólo yo tengo mala suerte. Añoro el azul, pero el tiempo dirá cuando puedo verlo.
Si utilizara viñetas esta cabría en trivialidades... estoy cansada de los políticos hoy ..

Comentarios

Anónimo dijo…
Ya el mar me da miedo...ya me imagino vivir lo del terremoto en la playa..brrr..Que horrible!!
Tienes razon de tener tus reservas con eso de ir a la playa!
ixquic* dijo…
Pues ese año no regresé más que un par de veces y parqueaba el carro y lo dejaba en posición de escape...

La verdad es que es feo, la gente que venía de la playa corriendo decía que el mar se había alejado bastante de la costa. Una cosa rara.

pero al fin y al cabo, no sufrí ninguna pérdida como tanta gente.
El colmo fue cuando estaba lo del volcan de Santa Ana, a la vez había una tormenta (Stan creo) y se registraron unos temblores... que paisito más bello.
Anónimo dijo…
Todos tenemos nuestros recuerdos de ese día. En tu caso, ver a la naturaleza despavorida debió ser algo impresionante. No se lo deseo a nadie.

:-(
ixquic* dijo…
Alde, sabés entendí al hombre de la caverna cuando se horrorizaba de la naturaleza y mejor se quedaba escondido(la caverna).
Anónimo dijo…
La frase "NO SOMOS NADA".. creo que es la más acertada al vernos ante el poder de la naturaleza!