Sin tolerancia, la democracia es débil


Con mucho acierto algunos medios de comunicación o ciudadanos califican a las plenarias legislativas como “show”, es así por dos razones: en primer lugar porque se trata de una discusión pública que no es la verdadera (pues las decisiones ya fueron adoptadas) y por la cantidad de calificativos, chistes, agresiones, frases tristemente célebres, etc.

La sesión plenaria de ayer no fue la excepción, la agenda del día lo auguraba: celebración del aniversario de la Constitución de 1983, aprobación de convenio y ley del Fondo del Milenio, (...) y la Ley especial contra el crimen organizado y delitos de realización compleja.

Sin entrar a los detalles o valoraciones sobre estos temas, es preciso señalar lo asombroso de las limitaciones de comportamiento, conocimiento de los diputados y diputadas. Son mayoritariamente hábiles políticos pero malos funcionarios.

Ayer, mientras se discutía el dictamen de aprobación de la ley contra el crimen organizado, ARENA auguró un horizonte positivo difícil de creer, luego, un diputado del CD leyó las razones por las que se oponía a la normativa durante[1]. Las razones, aunque entendibles no fueron contundentes técnicamente hablando (al menos no fueron bien expresadas y explicadas). Luego hablaron representantes del FMLN y la discusión continuó en el nivel político y no en el nivel técnico, y al igual que el CD, leyeron algunas posiciones de jueces.

Luego intervino el Dr. Argumedo (quien además de ser diputado, se pasó el año de tras de un puesto en el Consejo Nacional de la Judicatura, luego quiso ser Fiscal General de la República y Magistrado de la Corte) y –como es su costumbre- comenzó a descalificar y a burlarse de la preparación técnica y capacidad de los diputados que lo antecedieron.

Este señor con sus mofas dio a entender que sus colegas no son abogados o tienen otras profesiones o nunca han ejercido o sólo son políticos.

Lo cierto es que la Constitución no les exige ser abogados, pero cuentan con todo el respaldo (biblioteca, asesores, investigadores y pueden llamar a universidades, Ongs cuando se les pega la gana) para hacer su trabajo.

Lamentablemente, Argumedo no yerra cuando crítica la calidad de la discusión pues no es técnica, aunque él sabe que nadie va discutir nada allí pues la suerte ya está echada y lo que queda es el cuadrilátero para que los periodistas o televidentes capten porqué algo es el cielo o es el infierno (aunque sea paja).

Creo que lo preocupante es que la oposición política no sea técnica y políticamente eficaz en el trabajo previo y real, ese al que no tenemos acceso.

Argumedo no tiene porqué ser agresivo, ya le ha tocado pedir perdón públicamente debido a sus ofensas. Luego de su intervención, el Dr. Kattán –muy ofendido- quiso responder ofensivamente: “quiero decirle al Dr. Argumedo que soy Doctor en odontología y terminé mis estudios en derecho en el 2003 y que en el tiempo que trabajé como odontólogo nunca vi una boca tan ssshhuca como la de él”.

Argumedo me recuerda a mucha gente que se conduce así y por eso en este país toleramos el insulto, la violencia, los piropos, los apodos. (...) y luego preguntan alarmados: ¡Pero ¿qué pasa con el capital social salvadoreño?! Una sociedad es pluralista y democrática no sólo por la existencia de una variopinta gama de actores sociales o individuales sino por la la calidad en las formas de relacionarse entre sí.
Al menos quisiera creer que es así.

[1] Que era una opinión de un abogado que trabaja en la CSJ y que ha estado ligado a una ONG.

Comentarios

cheqa dijo…
muy real pa ser na más un comic! eso pasa a diario en mi país y creo que en el mundo...

abrazos tolerantes desde mi cheqa..