¿Separar las elecciones?

Cada 15 años en el país coinciden las elecciones legislativas, municipales, supranacionales y presidenciales. Esto sucederá en el 2009. El Salvador es un país cuyo ritmo político está marcado por el afán electoral que es lo mismo que aludir a la eterna codicia por el poder.

Desde 1994, cuando se dio esta coincidencia por última vez, se han capitalizado numerosas lecciones (al menos los partidos políticos lo han hecho, la ciudadanía no da muestras de ello). Así se celebraron elecciones en 1994, 1997, 1999, 2000, 2003, 2004, 2006 en las que muchas cosas interesantes han sucedido, de hecho, las suficientes para impulsar una reforma y corregir aquellas situaciones que no han funcionado bien, después de todo la democracia –como procedimiento- es corregible.

En este espacio, y en abundante literatura e investigaciones sobre El Salvador se ha demostrado que una de las características del sistema político ha sido la polarización, expresada en las relaciones y dinámicas entre los dos partidos mayoritarios (ARENA y FMLN), y expresada en la distribución de las preferencias políticas de los electores que colocan a esas instituciones partidarias en esas posiciones extremas. Esto ha sido tan palpable que más de alguien se ha preguntado sobre la ¿imposibilidad del centro? En lugar de hacerlo sobre la inmortalidad del cangrejo.

La experiencia electoral salvadoreña revela que los partidos pequeños -entendiendo por estos al PCN, PDC, CD y otros desaparecidos- suelen ser más exitosos cuando se desempeñan en las elecciones separadas que conjuntas. Por ejemplo el caso del PCN: en 1994 tuvo 4 escaños, en 1997 tuvo 11 curúles, en el 2003 obtuvieron 13 diputados. (debe considerarse que hubo cambios de camiseta y estos datos variaron) y en el 2006 bajaron a 10.

No obstante esa tesis se superó en las elecciones presidenciales del 2004 -que no eran simultáneas- porque llevó a la muerte LEGÍTIMA al PDC, CDU y PCN. Esto sucedió precisamente por la dinámica polarizante de los partidos y del electorado. Pues ¿quién votaría por un seguro perdedor? Y esto debemos agradecerlo a las casas encuestadoras que predicen y estimulan los apoyos hacia partidos más grandes.

Cuando las personas se sujetan a las reglas del juego y son buenas competidoras aunque pierdan aceptarán la derrota. Estos agónicos partidos redactaron y aprobaron el Código Electoral en 1992, ellos establecieron las reglas para nacer y morir en la política. Sin embargo cuando esas normas debieron aplicárseles se valieron de un recurso legal para sobrevivir, posteriormente hubo un pacto político “por el bien de todos” ellos.

El susto nunca les pasó y por eso decidieron ablandar esos cánones, calculando la fuerza electoral que han perdido, reforma que concretaron el año pasado. Frente a esto, solo me quedó una reflexión: si la democracia es el espacio en el que las fuerzas políticas se someten a la incertidumbre, nadie sabe que pasará y sin embargo el resultado se debe respetar. Esa no es una característica de el régimen político salvadoreño, sólo es valedero para un texto de ciencia política.

Esta lección ha sido tan aprendida que lo que sucederá en el 2009 es predecible y de ahí que este tema sea tratado con suficiente antelación, tecnicismo y voluntad por parte de los interesados. Si tan sólo ocuparan la misma energía para resolver otros problemas..

Pensemos por un momento como ellos:

ARENA no logra incrementar su capital político y la única vía que le permite gobernar ha sido su política de alianzas con el PCN y PDC, así ha logrado construir mayorías legislativas. En ese caso, es mejor darle una ayudadita a los compadres ¿no?

A los chiquitines (como alguna vez, hizo referencia un diputado del Frente riéndose de ellos) es obvio que esto es vital, ¿cómo podrían enfrentarse a una elección masiva en la que habrá voto de arrastre? (con arrastre quise decir que la elección más importante, la presidencial, tendrá preeminencia en las preferencias de los electores) Estarían destinados a desaparecer y en el mejor de los casos a tener una cantidad no “rentable de escaños” y hasta perderían valor frente a los partidos mayoritarios, sin la más mínima posibilidad de negociar sus intereses.

El FMLN, debe hacer un cálculo según sus objetivos. Es claro que todo partido político compite por el poder, no hay de otra. Si lo que desea es hacer que ARENA haga negocios con ellos directamente y con todas las cartas sobre la mesa deberá apostarle a incrementar su fuerza y debilitar a los partidos que le restan al Frente como oposición (PCN por ejemplo), en ese sentido la reforma no le es conveniente. Este es un escenario positivo, pues exigiría la flexibilización y acercamiento de los polos para poder funcionar.

Pero con el FMLN y ARENA no todo es miel sobre ojuelas, también con el tiempo han demostrado ser partidos intransigentes, tramposos, cerrados y desleales. Supongamos el escenario en el que ARENA gobierna, tiene 35 escaños y el FMLN tiene 40 y otro partido 5 restantes. Podría darse una crisis de gobernabilidad si ambos partidos no tienen la suficiente madurez para adoptar decisiones públicas, técnicamente habría una “parálisis legislativa” (claro yo exagero, pero algo similar podría suceder).

Ahora bien, lo anterior es de pura estrategia. Pero no hay que olvidar que constitucionalmente nuestros sistema político tiene una vocación plural en la que todas las expresiones políticas tengan cabida y de ahí que muchos apoyen la separación de las elecciones ¿quién quiere arriesgarse con Caín 1 y Caín 2? Abel somos nosotros.

Finalmente hay que colocar acá una pregunta que leí en algún lugar (perdón pero no sé donde lo tengo) y que es necesaria dejarla consignada:

¿los partidos llegan al poder para implementar sus programas o los partidos ofrecen programas y planes para llegar al poder?

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