De pies y cabeza

Acaba el año y estoy: evaluándome, evaluando a quienes trabajan conmigo y a la institución en la que trabajo, mis metas, mi eficiencia y mis capacidades. Es siempre difícil, pero sobreviviremos.
El próximo domingo tengo también mi evaluación en el grupo de danza (ugggg, pero este será un acto de amor, sea como sea).
Cuando estoy en estas tareas, muevo contantemente mis pies, apunto estrecho o los giro para uno u otro lado (tal como esas fotos que uní y que me tomé antes de una presentación la semana pasada)
Mis zapatillas se han roto y debo comprar otras. También tengo que retomar mi entrenamiento en el gimnacio que queda cerca de mi trabajo, especialmente porque estoy engordando. Debo arreglar mi oficina (estoy por ahogarme en papeles, informes, revistas, periódicos...). También tengo que preparar un proyecto de investigación sobre la politización de la Corte Suprema de Justicia (personal) y retomar mis clases de inglés y luego, matricular a mi hija para tercer grado.
Después comenzaré a preparar información que debo tener procesada el 2 de enero.
Lo más confortante es que todo me ilusiona, muy pocas cosas me pesan. Sin embargo, como dice Joaquín Sabina, me tropiezo con la calle melancolía y ¿no se qué hacer? me vengo abajo en ánimos. Por ahora sólo moveré mis pies.
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"....porque ya había repetido, exactamente tantas veces como me era posible en el curso de un día: no importa, no llores".
(Juan Carlos Onetti)

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